¿LA FOTOGRAFÍA DE JESUCRISTO...? HISTORIA DE UN NEGATIVO

Desde hace muchos siglos se venera un lienzo como el que cubrió el cuerpo muerto de Cristo mientras estuvo en el sepulcro. Después de un periplo de varias centurias por la cuenca norte del Mediterráneo, actualmente se encuentra en la catedral de la ciudad italiana de Turín. 



Muchos historiadores afirman que este lienzo estuvo expuesto en Edesa (la actual Urfa, en Turquía) desde los primeros siglos hasta poco antes de terminar el primer milenio; recibió el nombre de mandilión (sudario en siriaco) y el griego de tetradiplon (que significa doblado en ocho partes). Mostraba la imagen del rostro de un hombre, que los creyentes entendían como el de Jesús. La naturaleza tan peculiar de lo exhibido hizo que se concibiera como una “imagen no hecha por mano humana”.


A finales del siglo XIX, al fotógrafo y abogado italiano Secondo Pía se le pide fotografiar la Sábana Santa de Turín. Durante la ostención pública de 1898 le dan el exclusivo permiso. Tuvo que trabajar durante la noche, una vez que el templo había sido cerrado al público. 

Pero, antes de continuar, tengamos en cuenta en qué momento de la historia de la fotografía nos encontramos.  La fotografía tiene su comienzo oficial a principios del siglo XIX, con Niépce y Daguerre. Las cámaras utilizadas en tiempos de Pía eran cajas de madera más o menos cúbicas que empleaban como película unas láminas de vidrio –placas– de 50 x 60 cm impregnadas en su cara sensible con sales de plata. Cada fotografía empleaba una placa que se colocaba en la parte posterior de la cámara (como hemos visto en tantas películas del Oeste). Disparar la cámara en aquellos tiempos consistía en destapar la lente, contar el tiempo y volverla a tapar.



Las limitaciones técnicas de la época eran enormes, especialmente en interiores. Prueba de ello fue el que el fotógrafo turinés no consiguió ningún resultado los primeros días. Sin embargo, al fin pudo exponer correctamente dos fotografías, tomadas durante 14 y 20 minutos. Cuando llegó a su cuarto oscuro y fue revelando las imágenes, ante él surgió algo que le llenó de asombro. 


Para poder entender lo que vio, recordemos algunas nociones de fotografía analógica, la que en buena medida ha sido sustituida por la fotografía digital. El original era registrado en un negativo, nombre derivado del hecho de que los tonos en el blanco y negro (aún no existía la fotografía en color) eran los opuestos a los originales (los “negativos”); la copia en papel se obtenía como negativo del negativo, con lo que volvían a aparecer los tonos originales; por ello se le llamaba el positivo.


Lógicamente, Secondo Pía esperaba ver unos negativos en sus placas. Sin embargo, lo que apareció ante sus ojos era directamente la figura de un hombre en vista ventral y dorsal en positivo. Obtuvo una imagen análoga a que se obtendría en papel si a aquel hombre de la síndone le hubieran hecho en su tiempo una fotografía. Ahora bien, las otras señales sobre el lienzo sí se encontraban en negativo: la sangre, los pliegues, las manchas, etc. Esto era totalmente insólito y no entraba en la cabeza de Pía. No tenía ningún sentido y la forma de encajar las piezas era aún más sorprendente e… increíble.


 Imágenes de Secondo Pía (1898, original y negativo -positivo-):




La fotografía no llegaba al siglo de historia y aquel lienzo se encontraba en Europa desde hacía varios siglos. Los negativos eras placas de cristal con sales de plata, pero, ¿un negativo en tela de lino de más de 4 x 1 metro? Y, finalmente, si la síndone es un negativo, era el negativo de un hombre que había padecido los mismos sufrimientos que, según los Evangelios, había padecido Jesús de Nazaret.

 

Parte del lienzo correspondiente al rostro tal como se vería al natural:




Negativo de la imagen anterior obtenida por mí con un programa informático sin realizar ningún retoque (dentro del ámbito del color, a diferencia de Pía que trabajó en el del blanco y megro):


La imagen manifiesta claramente un rostro humano. Tiene profundidad. Se aprecian claramente los detalles. Manchas de sangrea, pliegues, etc., se ven en negativo.

Probablemente tienes  ante tí el primer y único retrato de Jesucristo.