HISTORIA DE LA FOTO DE LA PORTADA DEL LIBRO “EL PADRENUESTRO EN IMÁGENES”



La foto de la portada del libro es una de las más antiguas de las realizadas expresamente. Pensaba solo en una imagen que exhibiera la sencillez de alguien que se pone a rezar u orar. La escena debía mostrar una situación muy íntima, de relación personal entre la persona y Dios. Tenía claro que quien mejor podría manifestar esta situación era un niño rezando en la intimidad de su cuarto. Me vino a la cabeza la imagen icónica de un niño orando a un lado de su cama, arrodillado y con los codos apoyados en la misma. Otra posibilidad era de de un niño de rodillas mirando a un crucifijo con un Cristo y la cámara detrás del mismo.


Con ambas ideas tiré de bocetos tratando de lograr una composición que respondiera lo máximo posible a las escenas mentales, añadiendo la información que creía conveniente, como tipo y número de luces, objetivo más apropiado, composición, perspectiva, etc. Para la escena de rodillas al lado de la cama recordé un video que había visto de uno de mis maestros de la fotografía, Joe Mcnally, en el que explicaba un tipo de iluminación sencilla pero que lograba un gran efecto (que fue el que al final utilicé para la fotografía de la portada).

Ahora necesitaba al niño. Debía tener unas determinadas características que contribuyeran al efecto buscado. Rápidamente reparé en el monaguillo que frecuentemente ayudaba en la parroquia a la que pertenezco (Ntra. Sra. de la Soledad, en Molinos Marfagones, Cartagena) y cuyo padre anima la liturgia dominical tocando teclado. El nombre del muchacho es Mario. Hablé con el padre y el hijo, les expliqué el proyecto y, tras su aprobación, quedamos una tarde en su casa. Debido a lo voluminoso del equipo y para que me ayudara en muchos aspectos, como en otras tantas ocasiones, le pedí a mi sobrino Máximo que me acompañara. Estuvimos un buen rato, probamos primero con la cruz y con un cuadro de un crucificado, pero los resultados no me satisfacían, así que nos centramos en la de la cama. 




Estuvimos haciendo varias imágenes, con varias posturas, diferentes perspectivas, varias posiciones de luz (a veces variándola pocos centímetros). Así hasta que nos despedimos al creer que había conseguido en unas pocas imágenes lo que buscaba.





Al poder ver en el ordenador las fotografías realizadas, hubo una que, desde el principio, me cautivó y decidí ya entonces que posiblemente sería la fotografía de la portada del libro, como así ha ocurrido. Creo que representa muy bien lo que es el libro.