Hará unos meses, una
señora se me acercó y me dijo: “me gustan mucho las fotos de su libro, pero hay
una en particular que se le ha colado. Una parte de la foto está borrosa o
movida”.
No quise
contradecirle. No era ese el momento de entrar a explicarle los detalles de la
misma y la significación que tenían. Sin embargo, ahora puede ser una buena
ocasión.
Esta imagen se generó
en mi cabeza un par de años antes de poder realizarla. Al ver la costumbre que
tenían de sacar al Señor sacramentado de la Iglesia de Santa María, en la
ciudad de Cartagena, para llevarlo al trono para la procesión del Corpus, mi maquinaria
mental empezó a funcionar.
El Corpus es un día
muy especial porque el Señor sale por nuestras calles para visitarnos, a
diferencia de lo que hace el resto del año, esperar que le visitemos. Jesús es
el Rey de Reyes, el Señor del Universo.
San Juan, en el prólogo de su Evangelio, escribe: “Al
principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra
era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por
medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe” (Jn 1,
1-3). Y san Pablo exclamó a los corintios: “Lo digo porque el que está
en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.” (2 Co 5, 17).
Cristo es el centro
del universo, la Piedra Angular, el eje en torno al cual todo gira y tiene
sentido. Analizando la forma en la que el Sr. Obispo de la Diócesis de
Cartagena, acompañado de unos seglares que portaban el polio, pasaba por el
pasillo central en dirección a la calle con el Santísimo Sacramento, vi que si
aprovechaba el movimiento de estos, podría generar una imagen en la que la
parte móvil apareciera más o menos nítida y el resto (la estática) movida.
Determinadas circunstancias facilitaron mi poder hacer fotográfico con cierta
libertad. Mi situé en el lugar que creía podría ser idóneo. Hice varias pruebas
antes calculando la velocidad que podrían llevar hasta que conseguí los
parámetros fotográficos de la cámara y el flash oportunos. Tenía el miedo de
que, al pasar, algunas personas ajenas a lo que quería fotografiar se cruzasen
en el momento justo. Para evitar un poco este peligro, me situé al borde del
pasillo, lo que no me venía muy bien porque estaba demasiado cerca; ya me
echaría para atrás lo suficiente segundos antes.
Llegó el momento.
Iban más rápido de lo que me hubiera gustado. Solo tuve tiempo de tomar un par
de imágenes, pero lo había conseguido. Logré la fotografía largo tiempo anhelada:
el Señor era el centro del Universo, y por ello aparecía nítido; en ese centro –por
Cristo y en Cristo- estaba la Iglesia (representada por el Obispo –el Magisterio-
y los seglares); en torno al Señor giraba el resto de la humanidad y del
universo, pendiendo totalmente de Él.