¿POR QUÉ Y CÓMO DE LA FOTO DE LAS PÁGINAS 10-11 DEL LIBRO “EL PADRENUESTRO EN IMÁGENES”?



En las imágenes de partida del libro, aquellas primeras que aparecen a doble página antes de entrar en materia, quería mostrar muy brevemente lo que iba a ser el volumen. Traté de que mostraran diversos aspectos. Si Dios es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos. Todo hijo lleva una muestra de su padre, de alguna manera lo refiere. ¿Cómo podía mostrar esta presencia de Dios en un ser humano? Yo creo que una de las formas más claras es en el rostro de un niño. Su inocencia, limpieza, sencillez, bondad…, nos hablan de Dios, son atributos suyos.

Así que lo tenía claro: el rostro de un niño. Sí, pero esto era más fácil decirlo que hacerlo. Los fotógrafos dedicados a los retratos saben lo difícil que es retratar niños de manera que sus rostros muestren lo arriba indicado. Son inquietos, artificializan su comportamiento en el estudio, son parcos ante gente extraña (como es el fotógrafo con su armatoste), etc., etc., etc.

A sabiendas de ello, había que intentarlo. Conocía un matrimonio, Pedro y Olga, que por aquel tiempo tenía un par de niños en una edad estupenda para lograr el objetivo. Así que quedé una tarde con el padre y se llevó a los niños a un parque infantil de la ciudad de Cartagena. Llevé un equipo que me permitiera responder con rapidez, moverme con comodidad y que la luz se centrara en una parte pequeña, un rostro; utilicé un flash para fotografía macro que se sustenta en el borde de la lente.

La tarea se desarrolló con más dificultad de la esperada. Los niños no querían posar. Cuando el padre les pedía que lo hicieran, sus caras eran bastante artificiales, sin contar con que mostraban su desagrado a tener que dejar de jugar. 

Estuve detrás de ellos un muy buen rato. Cuando ya creía que iba a ser imposible conseguir la foto, el hijo pequeño, Miguel Ángel, me miró a través de un cuadro que dejaba una red de cuerdas situada verticalmente. Su rostro se mostró natural una fracción segundo y, además, enmarcado por las cuerdas. Tuve el tiempo justo de realizar una única toma. ¡Eureka! Era la foto que perseguía. El Señor me la regaló literalmente.