EL NACIMIENTO DE JESÚS: DE LA OSCURIDAD A LA ESPERANZA



Durante las dos semanas anteriores a las fiestas de Navidad, en uno de los pasillos del colegio La Inmaculada, de Cartagena, estuvieron colgados en las paredes de 1º de la ESO dos murales realizados por alumnos, uno al lado del otro, que llamaban la atención por el gran contraste entre ambos. Aparentemente no había relación entre ellos. Representaban escenas bien distintas, el universo y un portal de Belén con un paisaje montañoso al fondo. Uno muy oscuro, el otro muy claro. 



Interesado por el sentido de los trabajos, me dirigí a la profesora responsable de los mismos, Ana García, y le pregunté por el sentido de los mismos. Su respuesta fue tan interesante e ilustradora que no he podido resistir la tentación de exponerlos en el blog.


El sentido es el siguiente:


“Antes del nacimiento de Jesucristo, el mundo era oscuro, triste, porque no había esperanza. La gente no tenía esperanza en nada, solo en vivir y en nada más. Entonces hemos mostrado el universo, las teorías que había sobre el universo. Pero este universo era oscuro porque no había esperanza ninguna.


En el momento en el que nace Jesucristo, hasta los astros se vuelvan en su nacimiento. Por ejemplo, quizás el cometa Halley va guiando a los Reyes hacia la luz. En el momento en el que nace Jesucristo la gente ya puede pensar de otra manera: hay luz, hay esperanza, hay un futuro. Entonces todo se ve claro, no oscuro como antes del Nacimiento de Jesucristo. La gente ya tiene otra forma de vivir”.


Qué gran sabiduría hay en esta profesora y el trabajo de sus alumnos. Empapémonos de esta realidad, llenemos nuestra vida de luz y esperanza y llevémolas a este mundo tan necesitado de ambas. 

Recordemos el comienzo del Evangelio de san Juan: "Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. [...] En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas [...]. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre" (Jn 1, 1-9)


¡Solo Jesucristo es la Luz y la Esperanza cierta del mundo!