En
la primera parte del libro EL CREDO EN IMÁGENES se expone a Dios Padre como
Creador, culminando el capítulo con la creación del hombre. En una secuencia de
imágenes ―señalada como Foto 14― quise recoger la diversidad étnica de la
familia humana. Para ello me propuse utilizar un fondo blanco que no distrajese
(la pared más lisa y uniforme de las proximidades) y seguir para todos los
retratos la misma técnica de iluminación.
La
mayor parte de las historias de las consecuciones de las fotografías han sido
una verdadera experiencia de que realmente somos una familia, no solo genética,
sino especialmente en la fe.
En
una de las imágenes aparece Daniel, un hombre de raza negra nacido en Nigeria.
Como al resto de “mis modelos”, le pregunté si podría fotografiarle, explicándole
el objetivo: la realización de un capítulo en el que se mostrara la diversidad
de la especie humana para la elaboración de un libro de fotografía de la fe. Me
comentó que no era católico pero sí religioso y que tenía que preguntárselo a
su pastor, con lo que quedamos para otro día. Cuando volví a verle, me dijo que
su pastor no solo no había puesto ninguna pega, sino que le parecía muy bien
todo lo que contribuyera a alabar a Dios. Quedamos el domingo, en la puerta de
la casa donde se reunían, media hora antes de empezar su culto. Cuando llegué,
había numerosas personas de raza negra vestidos con los trajes de gala de sus
respectivos países. Algunos de ellos sabían lo de las fotografías y se
acercaron a curiosear y a saludarme. Había un magnífico ambiente.
También
me propuse recoger una persona con rasgos sudamericanos indios bien marcados.
Conocía de vista una familia de ecuatorianos que asistían a veces a una de las
misas dominicales a las que yo también iba. Mi esposa le preguntó a una de la mujeres, llamada Marea, si podía
hacerle las fotografías. Dijo que sí y quedamos a la salida de la próxima misa.
Como era costumbre en ella para estas celebraciones, se presentó con un traje
típico de gran belleza así como engalanada con algunas medallas.
También
fotografíe a una muchacha amiga de mi hija mayor como exponente clara de la
raza caucásica.
Finalmente
me propuse fotografiar a una persona que representara claramente la fisonomía
facial magrebí. Aquí la cosa era más delicada, ya que todos los que conocía
eran musulmanes inmigrantes. Pensé en un vecino con el que tengo confianza, Mustafá, nacido en Marrucecos. Le
propuse la idea y, aunque él sabía que yo soy católico, no puso ninguna pega.
Sus palabras fueron: si es un libro religioso será un libro bueno que hablará
de Alá al mundo. Quedamos un día e hicimos las fotos. Cuando lo veía por la
calle me preguntaba sí había salido el libro. Y así hasta que fue publicado.
Cuando lo supo, su siguiente comentario fue: me gustaría verlo. Ante su interés
le regalé un ejemplar. Al cabo de los días lo volví a ver y le pregunté qué le
había parecido. Me contestó que como no sabía leer español bien, su hijo (10
años) se lo iba leyendo. No sé lo que podrá entender un musulmán practicante de
formación sencilla de la mayor parte de los textos del libro de autores tales
como santos padres, el Concilio Vaticano II, papas, santos, etc., pero sí que
ha suscitado interés en él atraído por la imágenes.
Ahora
que repaso estos hechos con tranquilidad y perspectiva temporal, aprecio como
la religiosidad es una realidad constitutiva de todo ser humano y que todo el
que está realmente convencido de su fe, busca que el Señor sea verdaderamente
alabado por todos los hombres.