Sabemos que la oración es imprescindible para todo cristiano. Es un encuentro personal con el Señor. El propio Jesús nos enseñó que la oración era necesaria. Hemos de tener claro que la oración no es solo rezar, aunque puede incluirlo. Orar es hablar con Dios. Pero este diálogo debe ser de corazón a Corazón. Nos espera en su propio Corazón para encontrarse con el nuestro.
La oración propicia y potencia la vida interior, donde
realmente radica el yo de cada uno. A veces se vive demasiado de piel hacia
fuera, dejando para un segundo plano (u olvidando incluso) nuestro interior,
quienes realmente somos. Solo en el encuentro con el Señor podemos conocernos
realmente, saber quiénes somos y cuál es el sentido de nuestra vida individual.
Pero hay tantos ruidos fuera que nos distraen y reclaman
nuestra atención que, frecuentemente, dificultan enormemente la interiorización
de nuestra relación con el Señor. Esto no afecta de manera tan determinante al
rezo. Pero, aunque este es importante, no puede suponer la totalidad de la
relación personal con el Señor (no puede suplir a la oración).
Y es aquí donde EL CREDO EN IMÁGENES puede ser un buen
instrumento para ayudar o contribuir a la oración personal. El hecho de utilizar imágenes que tratan de
ser profundas y significativas espiritualmente, contribuye a poder superar las
distracciones. Al utilizar el sentido de la vista y tratar de centrarla en el
tema sobre el que se ora, puede socorrer en la fijación de la atención. De esta
manera, la imaginación ―la “loca de la casa”, como le llamaba santa Teresa de
Jesús― tendrá más dificultades para
hacer de las suyas.
Sabedor de estos
problemas, san Ignacio propone antes de comenzar la oración una serie de pasos.
El santo llama a uno de ellos la Composición
de lugar. Para evitar distracciones y ayudar al ejercitante a que se sitúe
en el contexto de la escena que va a contemplar, propone un escenario a
visualizar mentalmente donde va a tener lugar la oración que en cada momento
corresponda.
Si la oración que
va a hacer la persona tiene imagen relativa en EL CREDO EN IMÁGENES, recomiendo
que se tenga delante e, incluso, que se le dediquen unos momentos fijando todas
las potencias del alma en la misma, recogiéndolas en aras al fruto del rato de
oración. Pero este libro no solo puede ayudar a ahuyentar la distracción, sino
que también puede contribuir positivamente a la oración. Durante el rato de
oración, se podrá volver la mirada sobre la imagen elegida con el objeto de controlar
la imaginación y para continuar profundizando en el aspecto contemplado, en la
medida en la que la imagen global o algún detalle de la misma puedan ayudar.
Un atril puede
sujetar el libro a lo largo de la oración, descargando al orante de su sujeción
y, a la par, facilitando su observación cuando lo requiera.
El uso asiduo de
este libro podría colaborar a que la persona vaya adquiriendo una oración con
un dominio sobre la imaginación y un hábito de concentración.