Nuestro Dios es Trino. Es un solo Dios, y esto lo compartimos con las religiones monoteístas. Pero, al mismo tiempo, está constituido por tres personas distintas. Esta verdad no podría haber sido captada por nuestras solas capacidades, sino que ha tenido que venir la Revelación en nuestro socorro para darnos a conocer esta verdad esencial de Dios. “Tres personas distintas, pero un solo Dios verdadero”.
En referencia concreta a la Tercera Persona, dice el Credo:
“Creo en el Espíritu Santo, Señor y
dador de vida, que procede del Padre y el Hijo, que con el Padre y el Hijo,
recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”.
En la Última Cena, Jesús prometió a sus apóstoles que les
enviaría el Espíritu Santo. Es más, les dijo que convenía que Él se fuera para
que viniera el Paráclito. Y tal como prometió, al llegar el día de Pentecostés
vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles, los transformó y comenzó el tiempo
de la Iglesia.
Dicen los entendidos que estamos en los tiempos del Espíritu Santo. Él viene a regalarnos sus dones. De manera particular la Iglesia nos enseña que son siete los Dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
Quiero centrarme en el don de ciencia. Este nos permite unir el conocimiento de todas las realidades físicas creadas -todos los seres vivos e inertes-, el universo entero, con Dios.. Hace que todo lo que conocemos lo conozcamos en relación a Dios. Él es el Creador y solo en Él todo tiene consistencia. El equilibrio maravilloso que percibimos en la creación es muestra de la sabiduría y amor con el que la creó y la mantiene.
Desde este blog quiero rendir un pequeño homenaje a Dios Trino y pedir al Espíritu Santo que nos inunde con su don de ciencia para que podamos ver y entender en todo lo creado a Aquel que lo hizo posible, para maravillarnos, admirarle y amarle.
En la primera imagen que he insertado, el sol poniente atraviesa la superficie del mar Mediterráneo, en el levante español, dispersando sus rayos entres los peces de un banco de herreras. El sol aporta la energía necesaria para hacer posible la vida. Da luz y calor, entre otros muchos tipos de energías. Con esta imagen podemos acercarnos al hecho de que Dios es el Sol que creó y mantiene la vida y todo el cosmos. Escribió el papa Francisco en su primera encíclica: “En el mundo pagano, hambriento de luz, se había desarrollado el culto
al Sol, al Sol invictus, invocado a su salida. Pero, aunque renacía cada
día, resultaba claro que no podía irradiar su luz sobre toda la existencia del
hombre. Pues el sol no ilumina toda la realidad; sus rayos no pueden llegar
hasta las sombras de la muerte, allí donde los ojos humanos se cierran a su
luz. «No se ve que nadie estuviera dispuesto a morir por su fe en el sol »,
decía san Justino mártir. Conscientes del vasto horizonte que la fe les abría,
los cristianos llamaron a Cristo el verdadero sol, «cuyos rayos dan la vida»[…]
Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque
llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce
ocaso” (Francisco, Lumen fidei,
1).
En la segunda imagen que incluyo, se muestra la armonía de la naturaleza en
una pequeña laguna estacional formada tras un año de abundantes lluvias en el
sur de España. Varias especies de aves conviven e interaccionan con todo un
ecosistema acuático y terrestre limítrofe. Muchos organismos vegetales y
animales convergen en perfecto equilibrio.
Finalmente, he querido incluir un video filmado precisamente
en la víspera de Pentecostés de 2014. He estado buceando entre medusas Aurelia
aurita. Al llegar la primavera, se produce una forma especial de “florecimiento”
marino, una explosión de vida en forma de organismos en su mayoría microscópicos,
el llamado plancton. Una consecuencia ha sido la aparición de esta especie de
medusa en grandes cantidades. A pesar de su mala fama (esta especie no es
urticante), es todo un espectáculo verlas nadar de manera rítmica, buscando las
concentraciones de plancton y, al mismo tiempo, cumpliendo con la supervivencia
de la especie. Dentro de poco, las medusas aurelias desaparecerán para dejar el
lugar a otras especies también de medusas.
Solo podremos entender
la maravilla natural, y de aquí respetarla y potenciarla, si la referimos a su
auténtica causa y mantenedor: Dios.