UN REGALO DEL CIELO



Este mes de octubre ha sido especialmente lluvioso, especialmente para la seca Cartagena. Algún que otro día de nubes densas me ha recordado el impresionante septiembre que tuvimos el año pasado en cuanto a días de intensas nubes algodonosas sobre cielos azules. Parecían los algodones de azúcar que venden en las ferias.

Como no podía ser de otra manera, durante varios días estuve saliendo al mediodía cámara en mano. El filtro polarizador intensificaba más los colores si cabe. Las imágenes obtenidas eran de gran belleza. Las nubes no se veían lisas, sino que exhibían relieve en su superficie. Tampoco tenían un blanco uniforme, sino que este variaba en tonos, llegando en algunas zonas al grisáceo. Las nubes presentaban una gran diversidad de formas que recordaban objetos de la vida sobre la tierra.


 

Una tarde me encontraba visionando las imágenes obtenidas en el ordenador. Mi hija menor, Cecilia, se hallaba junto a mí. Mientras hacía otras cosas, de vez en cuando su mirada se dirigía hacia la pantalla. De pronto exclamó: “papá, ¿has visto la forma de esa nube? Es increíble. ¿Cómo lo has hecho? ¿La has retocado digitalmente?” Le dije que las imágenes estaban tal cual las había descargado de la cámara. Sin embargo, a pesar de mi escudriñamiento atento, no descubría aquello que mi hija había captado de un vistazo. Tuvo que señalarme una parte de la imagen en la que aparecía… ¡una pequeña nube en forma de cruz! No me lo podía creer. Las nubes tienen formas redondeadas, pero una que estuviera compuesta por dos tramos longitudinales, de bordes rectos, cruzados en ángulo recto no eran nada normal. No creo en las casualidades, así que entiendo que el Señor me hizo este regalo sin que me lo hiciera saber hasta unos días después, gracias a mi hija.

Esta foto aparece en el libro EL CREDO EN IMÁGENES. Concretamente es la foto 43.