Este
domingo 23 de noviembre concluye el año litúrgico con la festividad de Cristo
Rey. El evangelio que ha seleccionado la Iglesia y que se lee en todas la misas
está tomado de Mateo. Dice:
“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando venga en su gloria el hijo del hombre y todos los ángeles con él, se
sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su
derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me
vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.
Entonces los justos le
contestarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y
te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te
vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les dirá:- Os aseguro
que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo
lo hicisteis
Y entonces dirá a los de su
izquierda: - Apartaos de mi, malditos; id al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y
no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no
me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
Entonces también éstos
contestarán:- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o
desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él replicará: Os aseguro que
cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo
hicisteis conmigo.
Los
ciudadanos del reino del Señor no lo son por nacionalidad o cuna, lo son porque
acogen la gracia de Dios y la ponen por obra. Son aquellos que realizan en sus
vidas las obras de misericordia: los que dan de comer al hambriento, de beber
al sediento, hospedan a los que no tienen techo, visten a los desnudos, visitan
y asisten a los enfermos y encarcelados. Esto no hay que entenderlo solo en el
sentido material, sino también en el espiritual. ¡Hay tanta sed y hambre de
amor, de Dios, aunque frecuentemente no se sea consciente!
Muchas
personas dedican toda su vida a servir al Señor en los cuerpos y en las almas
de los más necesitados. Como ejemplo, quiero traer a colación fotográfica la
labor silenciosa y llena de caridad que hacen las Hermanitas de los pobres,
explicitada en la casa que tienen en Murcia. No es solo lo que hacen, sino
especialmente cómo lo hacen lo que nos habla, más bien nos grita silenciosamente,
de cómo es el Reino de Cristo.