En estos días muchos están
disfrutando de sus vacaciones. Otros no lo están, pero el mes de agosto supone
un tiempo de relax en general en muchos lugares del mundo. Este periodo
vacacional debe ser empleado para descansar y, de una manera especial, para estar
con el Señor de una manera más sosegada. Aprovechemos estos días para asistir a
la Eucaristía de una manera más frecuente. Si algunos no tienen la costumbre de
hacerlo entresemana, ahora puede ser un tiempo propicio. Busquemos en la misa
también nuestro descanso, pero nuestro descanso en el Señor.
El evangelio de este domingo 9 de
agosto de 2015 (Domingo 19 del Tiempo Ordinario) nos dice: «Los judíos murmuraban de él, porque había
dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo.” Y decían: “No es este Jesús,
hijo de José, cuyo padre y madre conocemos. ¿Cómo puede decir ahora: He bajado
del cielo?”. Jesús respondió: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a
mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a
mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ese
ha visto al Padre. En verdad, en verdad les digo: el que cree tiene vida
eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná del desierto y
murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.”» (Jn
6,41-52)
Ahora que las prisas y las
distracciones procedentes de nuestra vida ordinaria pueden haber aminorado, centrémonos
más en las partes de la celebración eucarística, profundicemos en ellas y
participemos plenamente, comulgando debidamente preparados. Tomemos fuerzas de
la Eucaristía para poder afrontar todo el año como verdaderos hijos de Dios.
Este es un tiempo privilegiado para llenarnos del amor de Dios. Tratemos de no
pasarlo sin pena ni gloria viviéndolo mundanamente.
Tomemos el pan del cielo, el pan
de la vida. Empecemos a vivir ya en esta tierra lo que nos aguarda en el cielo.